Cuando el baklava salga del horno, verté el almíbar caliente sobre él. Dejá reposar hasta que absorba todo el líquido y se enfríe completamente antes de servir.
Tips y consejos:
La masa filo debe mantenerse cubierta con un paño húmedo mientras trabajás, ya que se seca muy rápido.
Podés usar una mezcla de frutos secos (nueces, almendras, pistachos o avellanas) para lograr un sabor más complejo.
Si preferís un almíbar menos dulce, reducí la cantidad de miel o agregá un poco más de limón.
Para un toque especial, espolvoreá coco rallado o pistachos molidos por encima antes de servir.
El baklava se conserva perfecto durante varios días a temperatura ambiente en un recipiente hermético.
Si querés una versión más aromática, añadí una pizca de clavo de olor o cardamomo al relleno.
Es importante cortar antes de hornear, porque después la masa se vuelve muy frágil.
Podés servirlo acompañado de helado de crema o una taza de café fuerte para realzar su sabor.
Si querés hacerlo más liviano, usá menos manteca o sustituí una parte por aceite neutro.
Para una presentación más vistosa, decorá cada porción con una nuez entera o una hoja de menta fresca.
Crujiente, aromático y con ese brillo dorado irresistible, este baklava casero es un clásico que conquista a todos.
Perfecto para compartir o disfrutar con un té o café después de la comida.