Si buscás una textura más arenosa, agregá una cucharada de maicena a la mezcla.
Evitá hornearlas de más: el secreto está en sacarlas cuando apenas se doran para mantener el centro tierno.
Crujientes, suaves y con ese perfume de coco que enamora, estas galletitas son el bocado perfecto para endulzar la tarde.
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